viernes, 11 de agosto de 2006

1 AM



Estaba tan solo a cuatro pasos del abismo. Mis ojos por mas esfuerzo que hicieran no alcanzaban a entender la inmensidad delante mio. Mas alla de la semioscuridad, todos mis sentidos lo transformaban en algo cada vez mas grande e imponente. Los sonidos, lejanos, perdidos, como gritos fantasmales, como vuelos de pajaros veloces, como fotografias borrosas, como cinco aceitunas que se hunden en las profundidades mas abisales de los océanos daban una sensación de soledad unica. Los olores, a humedad, a profundidad, a lejania me empujaron una vez mas. Camine dos pasos y me detuve. Un escalofrio me recorrio el cuerpo. Senti como si me atravesaran dos angeles y a los lejos escuche un estallido de vidrio como una botella contra las rocas cuando, casi al instante, al aire lo invadio un olor a vino embriagador y el rugido de dos tigres perdidos, azules, solitarios.
Al vino le sucedió el olor a tormenta, a tierra humeda y ya nada podia detenerme.
Un paso mas.
El cuerpo se inclina, la cabeza se asoma, la mirada y el vacio se encuentran como confluyendo en un furibundo orgasmo.
Y de repente, todo se detiene, el aire, la oscuridad y el silencio. Y llega el frio. Un resplandor blanco me ilumina el rostro y parte de mi cuerpo.
Solo una jarra de agua vibra mientras en su baile la secunda el zumbido de un motor...
La puerta vuelve a cerrarse.
- La puta madre, que hambre! ...no importa, de nuevo al sobre...

martes, 8 de agosto de 2006

Un Sanguche

Bajando, a la izquierda, si caminan 7 mts 29 cm, esta el local de los quemados. Ahí mismo si vas con 3 pesos con 50 te podes hacer acreedor de un sanguche como el que me acabo de comer.
Y realmente tiene de todo, es increíble solo verlo. Uno llega a creer que el espacio entre 2 panes puede llegar a contener el universo.
Allí mismo puede estar todo.
Teniendo el coraje de retirar suavemente el pan superior que sirve de cubierta quizás uno pueda ver la estacion de oncer llena de gente como hormiguitas, la autopista Buenos Aires - La Plata, la ciudad desde lo alto, y mas al costadito, la mismísima selva misionera...
Y eso que yo lo pido de vacío. Pero mas allá de las sutiles diferencias que puede haber entre uno de los que llaman "de vacío" o de los que llaman "de mila" o el limitado etcétera de que consta la lista que, con alguna presunción, alguno puede llamar menú, básicamente todos los modelos alojan todos los sabores. Todos y cada uno de esos sangunches, si se puede, son infinitos.
Yo hace escasos 30 minutos, estaba ahí y retiraba el mío, perfectamente envuelto en papel, metido, no sin delicadeza, en una bolsita de plástico.
Volví, subí las escaleras, tome la llave de la 8 del tablero y me encamine por el pasillo como si todo fuese parte de un ritual. Me senté en una silla, con la bolsa apoyada sobre el escritorio, y disfrutando del momento como si toda una vida, o varias vidas, lo hubiese estado esperando.
Ahora ya pasó, seguramente otro día se repita.
Pero no podía dejar de tomarme unos minutos, como quién fuma un pucho, para recomendarles que vayan. Y compren un sanguche en Los Quemados.
Ya saben, bajando, a la izquierda... mas o menos 7 metros y un poquito.

lunes, 7 de agosto de 2006

El amigo de los niños


5AM: El radio reloj esta sonando y aunque la musica no es siempre la misma podriamos pensar que lo es. Podria ser el ultimo empujoncito que falta, la famosa particula de agua que hace que ya nada sea lo mismo.
El cafe no tiene gusto, o quema las tripas y se siente como una lija que desciende por la garganta.
En la tele nada pasa, es como un susurro a lo lejos, que trae el recuerdo del noticiero de la noche anterior, con el amigo de los niños, tirado en la calle, pidiendo a gritos un poco de paz, o perdon, o clemencia, o sensatez, pero todo eso esta muy lejos y lo unico que hay es miseria. Eso si, a la vuelta de la esquina.

Creo que hoy si podria comer un plato de cereales, de esos que vienen con ruido, quizas con colores, que saltan en el plato debajo mismo de la propia nariz de uno, que mira, perplejo, atonito pensando si alli, en el fondo de ese plato hondo es donde esta el abismo donde todo termina.
Alli, haciendo un largo camino, saltando algun charco, bajando por precipicios que cada vez parecen mas empinados, nosotros solos y nuestra soga, que nos sostiene vaya dios a saber colgada de donde, descendemos. Otro salto, un pasaje largo y sinuoso, en frente un rio, o un lago, o un mar. Y alli donde todo parece que termina, alguien nos espera, quizas fumando un pipa, quizas queriendonos contar una historia, quizas tiendonos una mano, y con esa mano nos ofrece un pañuelo (no recordamos para que sirve ese objeto que yace inerte en su mano), quizas tararea una cancion, o la silba, y esa cancion nos dice algo, que no entendemos pero si sentimos que es algo que paso hace tiempo, hace mucho tiempo.

Y de pronto, nos ponemos el abrigo, la bufanda, y salimos a la calle helada. Y sobre la mesa quedo el plato, intacto, o casi sin tocar.

Y sentimos que nos corre una lagrima, y no sabemos porque.