lunes, 7 de agosto de 2006

El amigo de los niños


5AM: El radio reloj esta sonando y aunque la musica no es siempre la misma podriamos pensar que lo es. Podria ser el ultimo empujoncito que falta, la famosa particula de agua que hace que ya nada sea lo mismo.
El cafe no tiene gusto, o quema las tripas y se siente como una lija que desciende por la garganta.
En la tele nada pasa, es como un susurro a lo lejos, que trae el recuerdo del noticiero de la noche anterior, con el amigo de los niños, tirado en la calle, pidiendo a gritos un poco de paz, o perdon, o clemencia, o sensatez, pero todo eso esta muy lejos y lo unico que hay es miseria. Eso si, a la vuelta de la esquina.

Creo que hoy si podria comer un plato de cereales, de esos que vienen con ruido, quizas con colores, que saltan en el plato debajo mismo de la propia nariz de uno, que mira, perplejo, atonito pensando si alli, en el fondo de ese plato hondo es donde esta el abismo donde todo termina.
Alli, haciendo un largo camino, saltando algun charco, bajando por precipicios que cada vez parecen mas empinados, nosotros solos y nuestra soga, que nos sostiene vaya dios a saber colgada de donde, descendemos. Otro salto, un pasaje largo y sinuoso, en frente un rio, o un lago, o un mar. Y alli donde todo parece que termina, alguien nos espera, quizas fumando un pipa, quizas queriendonos contar una historia, quizas tiendonos una mano, y con esa mano nos ofrece un pañuelo (no recordamos para que sirve ese objeto que yace inerte en su mano), quizas tararea una cancion, o la silba, y esa cancion nos dice algo, que no entendemos pero si sentimos que es algo que paso hace tiempo, hace mucho tiempo.

Y de pronto, nos ponemos el abrigo, la bufanda, y salimos a la calle helada. Y sobre la mesa quedo el plato, intacto, o casi sin tocar.

Y sentimos que nos corre una lagrima, y no sabemos porque.

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